Temple de acero, un juego y un deporte

Hay una discusión que, para quienes juegan a las cartas, está siempre de actualidad. Si el juego de azar debe ser considerado un deporte de mesa, a semejanza del ajedrez. Y sí, ciertamente la discusión no está entre los jugadores de cartas, ya que quienes se reúnen en torno a una baraja en forma habitual, saben que las partidas, sean en vivo o en línea, en los sitios especializados, producen sensaciones que no se pueden conseguir en ninguna otra actividad.

De allí que les interese poco esa discusión actual sobre si los jugadores de póker deben ser pensados como algo más que personas pasando el tiempo en una afición en la que el azar es imprescindible para definir un ganador.

Son muchas las opciones que siempre se han elegido para pasar un buen rato con los naipes. En España, las generaciones pasadas tenían a la brisca, el mus o el tute como aquellos juegos que les brindaban muchas horas de diversión. La globalización ha hecho que con el paso de las décadas llegaran nuevos productos que sean consolidado entre las nuevas generaciones, siendo algunos de ellos propios de cualquier casino del planeta. Sobre manera destaca el impacto mundial que está teniendo el blackjack. Este juego es una de las principales opciones en países como Canadá o Estados Unidos y sorpresivamente también es referencia en España.

La sensación que ofrece este tipo de juegos se asemeja a cualquier acción deportiva. En este sentido, alguna vez, Zinedine Zidane, el astro francés del futbol, indicaba que su mejor gambeta, aquella en la que un contrario se va en banda con una finta y sin haber alcanzado a tocar el balón, era una suerte de trampa mental: había que lograr que los contrarios creyeran que sí iban a alcanzarlo cuando eso era imposible. Algo así sucede en el buen juego de naipes, cuando un jugador más experimentado que otro, hace dudar al rival y éste comienza a hacer jugadas que lo conducirán al desastre.

Los juegos de cartas han cambiado en todo el planeta, siendo algunas de estas opciones referentes en territorios muy dispares y que cada vez cuentan con más adeptos.