Porque el tiempo también se adapta al futuro
Qué duda cabe que la industria de los relojes es de las más antiguas que existen. De hecho, el primer reloj de pulsera conocido fue un pequeño reloj revestido de plata, construido para un mero capricho. En 1810 la hermana de Napoleón, Carolina Murat, pidió precisamente un reloj que pudiera ser usado en una cinta delgada. Ni corto ni perezoso, el maestro Breguet, un relojero de gran reputación y posteriormente caído en tiempos difíciles, viendo la probable e hinchada comisión que podría obtener de tal artilugio, decidió construir un sorprendente y pequeño reloj en unos dos años.
Murat, la reina de Nápoles, satisfecha con el resultado, compró muchos más Breguet: adquirió treinta y cuatro relojes de sobremesa y de pulsera entre 1808 y 1814, ocupando así un puesto de honor entre los clientes más distinguidos del afamado relojero. La bella Murat completó posteriormente su colección con una serie de termómetros, barómetros y varias docenas de relojes comerciales algo menos costosos con la intención de ofrecerlos como regalo.
Sin embargo, todos los relojes que se vendían eran relojes de bolsillo, pues fue un diseño que sustentó la industria relojera hasta la Primera Guerra Mundial. Los hombres, después de todo, preferían ante todo el reloj de bolsillo, por lo que pasó a denominarse como “reloj de pulsera” a este nuevo diseño que “solo servía” para las mujeres.
Con el paso de los años, en 1900, la utilidad del reloj de bolsillo comenzó a menguar. Las duras condiciones de los tiempos de guerra y la exploración global provocaron que muchos hombres se sintieran incómodos al tener que revisar la hora de su reloj de bolsillo en unas condiciones tan duras. Los marineros comenzaron a usar los relojes a bordo y, cuando las primeras bombas estallaron durante la Primera Guerra Mundial, Hamilton comenzó la construcción de los relojes de pulsera producidos en masa para una generación de jóvenes estadounidenses. Una década más tarde el reloj de pulsera ya era omnipresente entre los hombres; un proceso que únicamente ha ido in crescendo.
Pero… los tiempos cambian, la tecnología avanza rápido y como toda industria deber renovarse o morir. Así, la industria que ayuda a medir el tiempo a los seres humanos ha hecho lo que debía al dar el salto a la red de redes, evidenciando que el éxito de venta de relojes por internet con portales pioneros en la red como Chrono24, está más que garantizado gracias a las facilidades y cualidades que nos da la compra por internet.
¿Qué le depara a la industria relojera en el futuro? Está claro que tras un inicio tímido, los SmartWatches o teléfonos inteligentes están abriéndose camino a pasos agigantados. Estamos seguros de que con el paso del tiempo haremos frente a la experimentación con nuevos materiales y colores (tecnología + estética será la clave) que harán las delicias de todos, puesto que a pesar de que tempus fugit (el tiempo vuela) no podemos evitar ser conscientes y disfrutar del tiempo que nos queda o nos resta para disfrutar. Y nada mejor que un reloj para ello.
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Fuente: Redacción
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